El alma se partió en pedazos,
todos amorfos y dolorosos,
trasudando tristeza, intolerancia,
transidos de pena, de condena.
Y el corazón feneció en el acto,
el desamor lo dejo impactado,
el desdén destruyó su cuerpo,
la indiferencia lo redujo a nada.
Y yo sentí todo eso dentro
y sentí quemarse mis entrañas,
y morí en noches deleznables,
llenas de angustia enfebrecida.
Y el dolor no dejaba momento,
que pudiera en reposo, reponerme
y lloraba lágrimas punzantes,
que eran tan amargas a mi gusto.
La pena me consume avasallante,
y mina mi existencia desdichada,
ya no soy el mismo de hace días,
soy un muerto en vida por tu culpa.
Dic. 1986
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