miércoles, 10 de marzo de 2010

Deporte Extremo

En esas estábamos cuando llego el “Espantado” con un -bisne bien machín esta cincho, es en la Obrera, son Centenarios, un chingo, yo los vi, llevamos una mudanza y me asome a otro cuarto porque había una morrita de lux, pero estaba un ñor, contando los Centenarios y guardándolos en una caja, lo espié sin que el me viera, esta chido ¿no?-. El maestrísimo Camello medito por un instante, -vamos a vigilar el lugar, a ver si no hay pedo y luego vemos.-

Volviendo al tema anterior el Camello continuó: -Y para cerrar con broche de oro, te subes a la azotea antes de dormir y te empujas otro Flavio entre pecho y espalda, veras que tu domadora te lo agradecerá.-

-¿Y para que hay que subirse a la azotea?- pregunte pensando que era una especie de ritual, -pues para que nadie te vea güey- me grito en la cara, salpicándome de saliva, mientras me daba un zape y soltaba la carcajada.

El día indicado para el golpe, fue lunes, -las tranzas hechas en lunes no fallan- decía muy circunspecto el Camello, -la gente está cansada del fin de semana y por lo tanto apendejada del primer día de chamba, caen rendidos, como piedra en pozo.

No ocultaba mi admiración por ese valedor, caminaba como flotando, como si no pisara el suelo, inspiraba seguridad, la transmitía.

Éramos cuatro, el Camello, el Espantado, el Llorarás y yo, el Llorarás siempre se quedaba a echar aguas, era bueno para eso, como estaba gordo no podía trepar y entran por las ventanas y mucho menos correr, traía una pachita y si venia “Javier” se hacia el pedo y se ponía a cantar La Puerta Negra y cuando ya no había peligro, cantaba El Rey.

Una día estábamos dentro de una casa esperando escuchar los ladridos de Lagrimitas Lily y al cabo de una hora hora tuvimos que salir arriesgándonos al apañón, nos encabronamos cuando no vimos al pinche gordo en su puesto y quedamos en darle pamba con picahielo cuando llegáramos a la colonia. Mentando madres llegamos preguntando por él y la banda nos contó cómo había distraído a la tira para que no nos cayera y se lo llevaron detenido a la Delegación.

Por cierto le decíamos Lloraras porque por todo lloraba, estaba pedo, lloraba, estaba contento, lloraba, lo regañaban, lloraba, bien chillón.

Continuara

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